Estoy escondido por el Pirineo, escuchando el Gállego mientras el aire que amenaza tormenta empieza a tropezar con mi rostro.
Aquí no afecta lo de Grecia, no parece ser importante lo de Líbia, no es fácil que las peleas de Rajoy lleguen, que la depresión del PSOE inunde el seco pantano que hemos dejado atrás.
Es como si fueran otros tiempos, como si la realidad fuera otra e imposible de comparar. Ahora dudo de si lo real es esto o lo que he dejado en la gran ciudad.