El gobierno a la hora de paliar los efectos de la crisis, tiene que incidir en aquellos efectos de largo plazo que perduran como efecto de un corto plazo que acabará pasando.
No solo hay que hablar de desempleo —que en una situación mucho más boyante, acabará bajando—, sino de los parados de larga duración, de las familias que entran en una espiral de exclusión y pobreza, de la degradación de infraestructuras y perdida del nivel de vida en pueblos que poco a poco van perdiendo cada vez más habitantes, etc.
Lo que traigo hoy es un simple gráfico, terriblemente sencillo pero esclarecedor.
La crisis no solo trae consigo un aumento de la prima de riesgo o bajadas continuadas del Ibex, patrimonios que se escapan, el desempleo poco a poco va calando sobre aquellas familias que por circunstancias casuales acaban engrosando la terrible lista de los que forman la pobreza. Si bien esta definición no es más que la de un porcentaje sobre la renta media, lo que estamos viendo es una tendencia, un desnivel que, unido al aumento de desigualdad, nos dan un panorama que, puestos a crear políticas, impuestos y programas de estímulo, se debe cambiar.
Veremos como sigue en 2011 la evolución de la pobreza, pero desde luego no creo que vaya a bajar, ni mucho menos. Y mientras unos estiman necesario o no grabar patrimonios de más de un millón de euros, no podemos, aunque muchos quieran, echar la vista a otro lado en lo que respecta a este tema. Un tema mucho más serio, peligroso, difícil de resolver pero a la vez mucho más necesario, gratificante, ético y justo.
Habría que enseñarle a los políticos y grandes fortunas, que cuanto más pobre sea la población, menos consumirá sus productos, más tensión social se genera y que, por tanto, se incapacita el progreso social y económico.