En junio de 1962 el fotógrafo Bert Stern se encerró durante 3 días con Marilyn Monroe en la suite 261 del hotel Bel-Air de Los Ángeles. Seis semanas más tarde la actriz fallecía por la toma de una ingesta masiva de barbitúricos. Y esta sesión fotográfica, realizada para la revista Vogue, se convertiría en la última y también en la más íntima de las que nos ha dejado Marilyn Monroe.
Marilyn se desnuda ante Bert Stern de una manera diferente a sus desnudos anteriores, más publicitarios, menos honestos. Marilyn posa tapada solo por un tul transparente que dejaba ver la cicatriz de su barriga que había quedado de un reciente aborto. También desnuda en la cama, o tapando sus pezones con unas flores de papel. Stern recuerda que Marilyn estaba pasando por un mal momento cuando entró a la sesión: acababa de ser despedida de la película inacabada de George Cukor ‘Something got to Give', su matrimonio con Arthur Miller no vivía su mejor momento y ella bebía y bebía botellas de Dom Perignon y se inflaba de pastillas para poder dormir. Nos queda el gran recuerdo de un mito que trasciende —por los momentos históricos que vivió—, las formas de comprender su importancia hoy en día.