Estamos en otoño, ese periodo gris, apagado en donde nos sentimos algo pero que de costumbre y la tristeza nos invade aunque no siempre nos demos cuenta de ello.
Al igual que las plantas o los animales, que en otoño sufren transformaciones en sus formas de vida, los seres humanos notamos el cambio de estación en nuestro interior, por la falta de luz y el cambio de temperatura. Es además un periodo en el que dormimos peor, calculando hasta un 30% el número de personas que sufren problemas de sueño, de insomnio, de cansancio o dolores de cabeza y sobre todo más dificultades para concentrarse en sus trabajo nuevos.
Si estas molestias duran más de dos semanas o si van en aumento, es importante comentarlo con el médico de familia, antes de que se pudieran convertir en algo más crónico o serio. Normalmente desaparece ellas solas, una vez que nos hemos acostumbrado a la situación lógica del cambio de ciclo vital. Recordar que a los árboles se les caen las hojas o que a muchos animales les entran ganas de esconderse en la cueva o madriguera y no salir más que para la mínima actividad.