El brand bullying es el miedo que tenemos los padres en no comprar a nuestros hijos productos de marca, por diversos motivos, casi todos ilógicos. Caemos en la trampa de la marca para que no se señale a nuestros hijos como consumidores de productos de peor calidad y ellos, que son mucho más listos de lo que nos parece, caen en la trampa de este consumismo desaforado y sin sentido y luego de jóvenes son ellos los que nos piden productos de marca, como elementos diferenciadores.
Compensamos erróneamente nuestra posible falta de atención, de tiempo, de dedicación, con las compras compulsivas y a ser posible diferenciadoras hacia otros niños, pensando que así nuestros hijos entenderán que los queremos mucho.
En casi todos los casos, las familias hacen un gran trabajo con sus hijos, les atendemos bien y no debemos caer en la trampa del sentimiento de culpa, por una —posible— deficiente atención. Sobre todo en familias que trabajan todos los miembros adultos. A muchas marcas dirigidas al público infantil y juvenil les interesa sobre todo que los padres y madres se sientan mal, para así intentar meterles sus productos por los ojos del consumismo, como compensación a lo que nunca es posible. Los niños necesitan amor y atención, y si ya se la damos, que en muchos casos es así, no debemos caer en errores consumistas.
Los bienes materiales como sustitutos, lo son más preocupantes entre los jóvenes, pues estos si que pueden intentar manipular los sentimientos de sus padres, exigiendo el consumo de productos que no son necesarios.
Un niño consentido, es un niño y joven blando, que no valora lo que cuestan los objetos ni las relaciones, que incluso aprende a manipular los sentimientos de quienes les rodean para conseguir objetos materiales. Los niños son egocéntricos y deben aprender que en el mundo que les rodea hay muchas personas y que hay que respetar a todos. Aprender a asumir el NO es muy importante, en las relaciones y en el consumo, pues en la vida posterior tendrán que asumir muchos NO y es bueno aprender cuanto antes a utilizarlos y asumirlos.
Debemos enseñar a que los niños no son discriminados por que no les compramos un producto de marca, que nada tiene que ver el consumismo y el caro gasto en productos a veces inútiles, con el amor, la buena relación, el cariño y la educación.