Antes de que acabase el año 2011, Mariano Rajoy se había comprometido a anunciar una nueva serie de medidas para ir caldeando el ambiente político desde el camino de SUS soluciones. Esta vez, en vez de las vaguedades a las que nos tiene acostumbrados, por fin comienzan a especificar medidas concretas de gran calado. Nos gusten o no nos guesten, son SUS medidas-
También podemos empezar a ver los primeros movimientos sociales, en muchos casos paradójicos o hipócritas, pero vayamos por partes.
En primer lugar, los recortes.
La “aparición” “sorpresa” de un déficit mayor por parte del gobierno (que sobre todo es déficit autonómico) ha forzado el aumento de unas medidas que luchen contra el aumento del déficit. Así, en este primer paquete, se estima una reducción del gasto público en 8.900 millones, atajando estructuras administrativas, subvenciones a partidos, sindicatos y patronal. Lo cual se traduce en una mayor inversión pública indiscriminada de la cual no detallan mucho más. Además de quitar la renta de emancipación de 210 euros.
El estancamiento viene en forma de sueldo mínimo, empleo público y sueldo funcionarial, una forma de estancar aun más el gasto por rentas de los trabajadores, mientras se eleva el número de horas de trabajo. Veremos qué tal sientan estas medidas en el sector.
Pero, la sorpresa venía más tarde. Y es que si hasta hace dos semanas en el debate de investidura Rajoy prometía no subir los impuestos, la verdad es que se ha estrenado a lo grande, atreviéndose a hacer lo que Zapatero nunca quiso, una subida importante del IRPF para aumentar los ingresos públicos.
Como he venido queriendo demostrar en mis anteriores artículos, una parte importante del problema del déficit proviene de esta caída en los ingresos, y es imposible obviar medidas concretas que vayan a paliar este hecho y querer obtener objetivos creíbles e importantes.
Así que hay que sumar una subida progresiva de los ingresos (desde el 0,75% al 7%) del IRPF, de las rentas del capital y del IBI, medidas que, por si solas, sin haberse anunciado con anterioridad, pueden suponer una reducción déficit en casi una tercera parte de lo que se disponían a hacer por medio del gasto.
Dicen que es excepcional (claro…, es una forma de hablar), y que no habrían tomado esta decisión de no ser por ese 2% adicional de déficit con el que se han topado, algo difícil de creer dada la importancia y calado del impuesto. No estamos hablando de una tímida subida del IVA para paliar algo los ingresos (por cierto, impuesto que no han querido subir), sino algo mucho más importante.
Zapatero dejó escapar la ocasión, y debo admitirlo, aun a pesar de que el 80% de las medidas me parecen insuficientes e ineficaces a medio plazo, han sabido dar una imagen en apenas una semana que el anterior gobierno sigue intentando saber cuando perdió.
Claro, los de derechas no quieren esta subida de impuestos progresivos. No votaron por ella. A los de izquierdas les fastidia que la haya hecho un gobierno como el PP.
Y mientras los liberales diciendo que claro, que esta subida de impuestos va a afectar al consumo, la inversión y la actividad económica (¿acaso bajar el gasto no?).
Mi visión: Que podría ser mucho peor. Y lo será, seguramente, cuando acaben las elecciones andaluzas. Siguen sin dar muchos datos sobre como van a bajar el gasto público efectivo sin tocar las partidas más importantes y delicadas, pero al menos no han subido el IVA (algo con lo que el gobierno de Zapatero empujado por Europa ya tropezó estúpidamente), y la subida del IRPF es más progresiva de lo que en un principio podría pensar.
¿EL problema? Sí, está claro. Todo este planteamiento adolece de lo más importante. ¿Y el empleo? Seguimos en el dogma de que rebajar el déficit potencia la creación de empleo, algo ilógico y estúpido. Puede ser requisito necesario, pero desde luego no suficiente. Y poco se ha dicho sobre esto.