En Argentina, la presidenta peronista Cristina Fernández de Kirchner, quiere poner límites a las compras de tierras por parte de otros Estados, o de empresas y personas extranjeras. El Senado argentino aprobó el jueves, casi por unanimidad, una ley que impedirá que los extranjeros posean más del 15% del territorio de Argentina, el octavo país más extenso del mundo y uno de los más ricos en producción de alimentos y reservas de aguas. Una medida correcta pues los mercados y los financieros de medio mundo saben que en un futuro la tierra será una posesión más importante que ninguna otra, si se sabe elegir países en donde las leyes sean permisivas para todo tipo de gestión, sea industrial, ganadera o agrícola.
Un reciente informe de la FAO había advertido hace una semanas sobre la creciente concentración y extranjerización de las tierras en Latinoamérica. El documento señalaba que China, Arabia Saudí, Catar y Corea del Sur han empezado a comprar o alquilar propiedades en Argentina y Brasil para asegurarse la producción de alimentos en un futuro.
Brasil ya había reaccionado ante esta situación con una ley que limitó la propiedad extranjera de tierras. Ahora lo hace Argentina. La FAO calcula que el 10% del territorio argentino ya se encuentra en manos de capitales extranjeros. La nueva norma no afecta a las compras ya realizadas, sino a las futuras compras de terrenos. Los Estados interesados en quedarse con fincas argentinas deberán limitar sus adquisiciones y buscar otros países, aunque no todos son tan fértiles como Argentina, o resignarse a comprarle los alimentos como cualquier otro actor en el mercado mundial de las materias primas. Uruguay también analiza estos días poner límites a la compra de tierras por parte de Estados extranjeros. La gestión de las materias primas, de los alimentos y de su transformación, serán en el futuro una actividad económica que debe producir riqueza en donde se produzcan y a sus habitantes.