Todos pensamos, todos además de explicar y hablar, de actuar o de intentar demostrar o que creemos y somos, todos, actuamos subconscientemente y estamos siempre pensando. Puede parecer que el subconsciente es en realidad lo no consciente, lo inconsciente, pero en realidad tenemos mucha capacidad para controlar el pensamiento hasta convertirlo en algo que nos afecta en positivo o en negativo.
Este pensamiento interior, esta forma de actuación interior nos puede hacer mucho bien o ser una pesada carga para nosotros.
Si interiormente somos optimistas, activos, creativos, resolutos, esperanzados y fuertes, esto nos afectará a nuestra forma de comportamiento exterior. Y al revés, si interiormente nos comportamos de forma pasiva, pesimista, dolidos, heridos, con ira y venganza, quejosos y negativos, todas nuestras actuaciones se verán influenciadas por nuestros pensamientos interiores y del subconsciente.
Las órdenes y las decisiones de nuestra vida las tenemos que dar nosotros y antes deberemos tener controlado el subconsciente para que no se nos rebele, para que asienta con nuestros deseos y órdenes. Debemos aprender a controlar todos los aspectos de nosotros, los exteriores que son los que más se ven y los que trasmitimos a los demás, y los interiores que son los que nos dominan a nosotros. Seremos grandes o pequeños, dependiendo de cómo y cuanto pensamos, de cómo y de qué somos capaces de pensar para crearnos un envoltorio mental que irá con nosotros. Nuestro pensamiento es nuestro amigo o nuestro enemigo. Pero lo seguro es que es nuestro acompañante.