Hace tiempo leí un artículo de Dan Ariely, un experto en economía y psicología, que realiza varios experimentos conductitas (que intentan estudiar la conducta y las decisiones económicas y como no somos tan racionales después de todo). Tiene varios libros, aunque en Español creo que solo está “Las trampas del deseo” (una muy mal traducción en el título de “Predictivamente irracional”, su título en inglés).
En ese artículo, publicado por él en el Wall Street Journal, intentaba descifrar desde el punto de vista económico cual sería el mejor regalo. De cumpleaños, de Navidad, o de lo que sea. El regalo perfecto. La respuesta no puede ser un elemento particular como puede ser “un libro, o algo de ropa”, sino un bien más general que pueda englobar una gran cantidad de casos, (a ser posible, todos).
La respuesta a la que llega después de hablar con varias personas es que el mejor regalo no es aquel que no puedes comprar, o aquello que ni conoces ni sabes si quieres. Es aquello que realmente te quieres comprar pero te hace sentir culpable si lo haces. En definitiva, y yo generalizaría, aquello que puedes y quieres comprar, pero que otro tipo de elementos te “prohíben” comprar, ya sea por culpabilidad, comportamiento social…
“Se elimina la culpa que acompaña las compras extravagantes y reducen la que proviene del pago derivado de su consumo”.
Si generalizamos un poco más la definición para hacerla más clara nos encontramos con una obviedad: “El regalo perfecto es aquello que solo puede ser regalado, no comprado”. Y no tiene nada que ver con el precio. Nadie puede comprar una “pedida de mano”, un recuerdo compartido…, vale si, se puede, pero pierde la esencia de lo que realmente significa, demostrar el amor o la amistad.
Económicamente tiene sentido. Si entre dos personas se regalan dos bienes de un mismo valor que ambos querían y podían haberse comprado el día anterior, el resultado es el mismo con o sin regalo. La única forma de que, a través del intercambio el resultado final se optimice, es eliminando por el camino un par de externalidades negativas en la compra, como puede ser la culpabilidad. No es mi opinión exacta, sino la de Dan Ariely, yo sigo dándole vueltas al asunto. Y espero que vosotros también lo hagáis, así que, ¿Cuál es para vosotros el regalo perfecto?