Cuando nos llega el sufrimiento, la desesperanza por el dolor, los tiempos duros y malos, podemos hacer una de las dos cosas que todos hacemos ante estos procesos: entrar en desesperación y desaliento, en un rechazo y ansiedad o entrar en una aceptación inevitable que nos sirva para pelear con más fuerzas y para valorar los momentos en los que superamos los problemas aunque sean momentáneamente.
La vida debe tener sentido. Siempre. Incluso en periodos duros y complejos, de problemas y sufrimientos. Hay que buscar la paz interior, instalarse en la calma activa, en la gozosa felicidad de saber que se está haciendo todo lo posible por resolver los problemas. No hay otra alternativa que aceptar los malos tiempos, entenderlos como parte de nuestra forma de ser humanos, con luces y sombras y seguir peleando por encontrar respuestas y soluciones.
Caen en la desesperanza no resolverá ni aliviará el dolor.