Si se quiere la paz en Colombia, todos los colombianos deben implicarse más en lograrla. En Colombia hay once hombres que llevan secuestrados más de diez años cada uno. Alguno desde hace 14 años. Eran policías o militares que han perdido su libertad y su vida para nada, en actos sin sentido, terroristas absurdos, en una Colombia que este fin de semana ha reclamado a las FARC otra vez, cordura y un poco de sentido común. Pero hay más personas secuestradas y desaparecidas, hasta 103 civiles cuyo único objetivo es ser rehenes para negociar rescates que permiten sobrevivir a las guerrillas. Un conflicto armado que dura ya más de 50 años en Colombia.
Colombia necesita la ayuda de todos y todas colombianas para ser libre, para ser capaz de encarar su futuro, para convertirse en un país serio y rico. Los secuestros nunca pueden ser un arma política ni tampoco un arma económica para conseguir recursos que sirvan para mantener la violencia. Dentro de los secuestros viven familias y personas, para jugando con ellas presionar a los gobiernos. Eso no es democracia y la población colombiana debe insistir en sus presiones a todos los responsables para que cesen en sus presiones terroristas y bastardas.