La gestión de los Recursos Humanos (RRHH) se basa en planteamientos generales, globalizados, comunes. Pero las gestiones reales deben ser lo más personalizadas posibles. A la hora de gestionar personas, aunque los conocimientos del gestor sean comunes para una materia tan sensible como son los recursos humanos dentro de una organización, de una empresa, lo óptimo es lograr personalizar las soluciones todo lo posible, por el bien de la gestión y por el bien de las personas implicadas.
Cada persona es un mundo completamente diferente al resto y por ello la inteligencia emocional y la empatía del gestor de Recursos Humanos, son herramientas imprescindibles para —sin salirse de unos parámetros establecidos como normas de funcionamiento corporativo dentro de cada organización—, si se le pueda dar un giro a cada solución que la conviertan en personal.
Nada resulta más gratificante y admitido que una solución personalizada a cada problema humano. Y gestionar personas y sus trabajos y colaboraciones, es gestionar problemas y soluciones humanas, personales, emocionales.
Incluso cada país, cada sociedad requiere soluciones ligeramente distintas. No se puede gestionar con los mismos criterios una organización o empresa en Argentina, Chile, México, Brasil o EEUU. Las escuelas de RRHH unifican criterios y formaciones, pero si queremos conseguir la excelencia personal debemos conocer las particularidades de cada equipo humano, y saber distinguir soluciones para un cristiano, un musulmán, un divorciado, un deportista o un aficionado a la ópera.
También podemos obviar estas particularidades, pero entonces la gestión de los Recursos Humanos no será igual de eficaz, pues perderá la importancia de la personalización y del uso de la emoción, de la empatía, de la inteligencia en gestionar los recursos de las personas.