Se nos advierte que desaprender es un buena opción y tal vez tengamos que trasladar esta recomendación a más apartados que el consumo moderado en tiempos de crisis económicas y sociales.
Es cierto que el constante aprender durante toda nuestra vida no es una línea recta que siempre aumenta o sube positivamente. También a la hora de aprender hay que ser exigentes, críticos, selectivos. No todo lo que se aprende es para siempre e incluso no todo es positivo. O incluso lo que en unos tiempos lo puede ser, se vuelve negativo y retorcido pasados unos años, cuando todo cambia. Por eso un planteamiento lógico es desaprender lo que nos ocupa sobre todo decisiones en nuestra vida que se han tornado obsoletas, sin sentido. Pero desaprender no es solo borrar, es también ocupar espacios mentales, es sustituir. Es pues aprender y reaprender.
Somos constantemente aprendices de todo lo que nos rodea y que poco a poco se nos va acumulando como conocimientos. Pero muchos de nosotros hemos vivido fases —laborales sobre todo—, en las que lo aprendido, con los años, hemos visto que ya no sirve para nada. Han cambiado los procesos, las herramientas, los sistemas.
En la vida social sucede algo parecido. En menor medida, es cierto, pero todo cambia lo suficiente como para tenernos que replantearnos cuestiones, opciones, decisiones.
El consumo personal es un asunto del que debemos desaprender. La relación con el dinero o con el trabajo es otra urgente manera de desaprender aunque nos duela y sea duro asumirlo. La administración familiar pero también la de nuestro tiempo libre necesita revisión. La educación y formación constante, permanente, continua hay que ponerla en más sentido práctico, en mayor importancia. El valor de las relaciones con la gente que nos rodea y su interacción con ellos para estar más seguros, para colaborar, para ayudar y ser ayudados hay que revisarlo y aumentarlo. Nuestra fe y confianza en estamentos tan importantes como la justicia, la religión, la política, la sociedad, el estado de bienestar, las instituciones locales son asuntos de los que en periodos de crisis se ponen también en entredicho y por ello hay que analizar con calma nuestra posición personal sobre estos temas vitales para toda persona que pertenece a una sociedad.
Desaprender no es desandar, es simplemente cambiar nuestros conocimientos para tomar otras decisiones en periodos en que se nos demandan otras posiciones. Desaprender es aprender otras cosas, es cambiar el orden de los valores. Pero en todos los procesos de cambio de posiciones hay que tener cuidado en las elecciones que se hacen, pues hay que salir más fuertes, más seguros, más convencidos. Desaprender es seguir aprendiendo. Desaprender es también borrar de nuestro cerebro todo lo que hemos aprendido y ahora ya no nos sirve o nos hemos percatado que es negativo para nuestra forma de vida actual.
Tal vez nos debamos preguntar su desaprender en ciertos momentos de nuestra vida es más o menos importante que seguir aprendiendo con fórmulas obsoletas. Tal vez hay que ir poniendo en cuestión muchas más cosas de las que ahora imaginamos, pues estamos en cambio de ciclo, posiblemente incluso, en cambio del tipo de sociedad. O no, depende de nosotros, de cada uno de nosotros y de la suma de todos nosotros.