Los lametones de los dragones pueden ser cariñosos


Mordía la mano que le daba suspiros, que le procuraba satisfacción, que le acariciaba con suavidad mientras se acercaba a su rugosa mollera.

Pero mordía sin hacer daño, sin apretar las mandíbulas, como un beso acariciante que buscaba el consuelo y el calor.

Es lo que tienen los dragones, que tanto derrotan al enemigo como abrazan al amigo con sus dientes y lametones de cariño.