Esta composición artística en una pared museística refleja una realidad triste pero dolorosamente con gran capacidad de invadirnos a toda la sociedad, que muchas veces simplemente mira.
“Yo nunca tengo la culpa de nada”
Y por si tenemos dudas los que tenemos dudas, el artista nos la repite tres veces, para remarcarla y asegurarse de que la entendemos bien.
Yo más bien creo que tenemos culpa de todo. De lo bueno y de lo malo. Pero entendiendo la culpa sobre todo como responsabilidad, como compromiso con nuestra forma de ser y de actuar en la sociedad. Si la culpa es lo que procede al castigo, no deberíamos ser culpables. Pero si la culpa es compromiso, es competencia vital, es el empeño que ponemos en hacer las cosas que debemos y las que hacemos para nuestro beneficio, entonces si somos culpables de todo.