Nadie desea fracasar
en cada uno de nuestros proyectos empresariales o vitales; no es bueno perder
ni caer, pero muchas veces es inevitable y hay que aprender de los fracasos
para evitarlos, para sacar consecuencias y para aprender a levantarnos tras
cada uno de ellos. En todo proceso de construcción, de creación, de aprendizaje,
es muy importante saber fracasar, saber perder y no hundirnos, aprender de las
caídas para saber levantarnos sin tantos pesares encima. Estar preparados para
el error grave.
Tras un
fracaso hay que volver a empezar. Bueno, realmente no. Ya no es un “volver a
empezar”, es en cambio una partida nueva desde una posición mejor que antes,
pues ya sabemos de los errores que nos pueden hacer caer otra vez. Tras un
fracaso salimos fortalecidos, si somos capaces de tomar el error como
inevitable ante la vida, y del que al menos salimos aprendidos, enseñados,
fortalecidos. Incluso más seguros. Hundirse es el gran fracaso del error.
Muchas veces
el fracaso viene por un exceso de confianza en nosotros mismos, pero la mayoría
de la veces es simplemente un “perder” por que otros han sabido ganarnos.
Tenemos el mismo derecho a ganar que a perder. Si somos capaces de enfrentarnos
a un sistema que produce ganadores y perdedores, lo lógico es estar preparado
para perder. En esa batalla por conseguir rentabilidad y negocio, beneficios y
crecimiento, estamos muchos. Solo unos pocos triunfarán y lograrán posicionarse
bien, el resto simplemente o fracasarán o no verán sus objetivos conseguidos. Depende
de nosotros, pero también y mucho de los demás, pues ellos no se van a quedar
quietos esperando que nosotros triunfemos y ellos no. Nuestro proyecto puede
ser bueno, pero si no tenemos una cantidad de suerte en el momento elegido, en
el lugar seleccionado, podemos fracasar. En cambio proyectos mediocres que se
han afianzado en el momento preciso o en el sitio adecuado, triunfan por ese
componente que nunca valoramos bien, de saber estar en el momento y el lugar
idóneos.