Somos feos o guapos, dependiendo del aire que recibimos en nuestra vida. Somos frágiles, asombrosamente débiles y flojos, voluptuosos y curiosamente capaces de mantener las formas aunque las hayamos perdido. Esta imagen está realizada con un potente ventilador que nos mueve las carnes y las formas, hasta deformarnos por fuera. A poco que respiremos fuerte, es muy posible que también nos deformen por dentro. Pero en cuanto el aire nos deja de atacar, volvemos a las formas anteriores, recuperamos lo que nos creemos que es normalidad. A veces un buen aire nos convierte en mucho más guapos, otras en mucho más abiertos.