Ayer nos cenamos con el aumento del déficit tapado y engañado en Madrid, Galicia, Valencia y Castilla León. Cuatro comunidades del PP que habían engañado al PSOE y luego al PP, que es quien se lo tiene que comer con patatas. Ayer merendábamos con las peticiones encubiertas —de momento—, de que fueran técnicos los que empezaran a gobernar como ya están haciendo en Italia y Grecia.
La gente aplaude con la orejas y con las manos hasta sangrar, pues odian a los políticos. Muchas veces con toda la razón, lo siento. Suprimir a los políticos es entrar en un Golpe de Estado legal y no nos damos cuenta de eso. ¿Quién elije a los técnicos?, pero la verdad es que la gente ya no quiere elegir pues sabe que siempre se equivoca.
Decía un amigo que si al final te van a joder, lo mejor es que te pillen duchado. Los políticos nos hemos merecido este palo de imagen, esta sinrazón de asco, esta sensación de jetas profesionales, de ladrones de guante blanco, de imbéciles ilustrados con mucha capacidad para sonreír. Así que no es de extrañar que al final nos corran a gorrazos hasta el pilón y allí nos apedreen. No hay otra.
Eso o reinventamos el sistema, limpiamos y nos limpiamos —vamos, nos duchamos con lejía caliente o con sosa caustica— e intentamos empezar de nuevo, volviendo a contar con la sociedad mejor preparada para gestionar y explicando mucho más, comunicando mucho mejor.
Hemos permitido que se juegue a ser ricos desde la derecha y desde la presunta izquierda. Hemos permitido o alentado que se haga trampas con el sistema financiero, convirtiendo a España en el mayor fabricante de casas vacías del mundo mundial para poder sufragar las tonterías de ayuntamientos y autonomías que se creían ricas sabiendo que no lo eran. Hemos engañado a las personas sin cambiar las leyes de verdad —las que tienen enjundia— pero modificando leyes “bonitas” que nos han llevado al desempleo global. ¿No hablábamos de globalización?, pues ya la tenemos encima, casi todos estamos parados o trabajamos en bobadas que no sirven para exportar y crear riqueza de la de verdad. Efectivamente, todavía quedan algunos que se lo curran, pero son tantos los millones de personas vacías, los millones que no hacen nada que no sea pasear, que así no levantaremos cabeza en siglos.