Ahora estamos muy preocupados por la crisis económica, hace una década disfrutábamos de una buena situación. Pero el problema de nuestra sociedad a largo plazo es otro, del que cada vez estamos mucho peor.
Demográficamente los españoles somos cada año menos, los europeos también. En España son ya 21 las provincias en donde se muere más que niños nacen, y su crecimiento negativo sería así en 38 provincias si no se contaran los niños de inmigrantes que nacen en España.
La economía se mide por la suma de varios factores, y las personas, los ciudadanos de un país, son un activo muy importante para calcular su valor como territorio con futuro.
En algunos territorios muy extensos como Aragón o Castilla hay un gran número de pueblos en estado terminal sin posibilidad de reversión y que desaparecerán en un objetivo de pocas décadas, excepto para fines de semana o verano. Quedarán inmensos espacios vacíos y desérticos que separarán aun más los territorios. Espacios que en el mejor de los casos solo se emplearán por empresas para ser utilizados por grandes organizaciones para la caza, la agricultura o la energía.
Solo las localidades que se acerquen a los 5.000 habitantes o los superen podrán sobrevivir a unos recortes en los servicios públicos que irán en aumento. A largo plazo y si no revertimos la tendencia negativa de crecimiento, será la propia sociedad española la que sufra una pervivencia complicad, con independencia de sus problemas económicos futuros, que hoy no somos capaces de adivinar.