Vuelven las ideas sobre emplear dos monedas a la vez en los países con serias dificultades como Grecia, España o Portugal e Italia. La idea no es nueva y es un camino intermedio entre abandonar el euro y permanecer dentro del sistema lastrando a Europa y a los propios países, facilitando un cambio “blando” a la moneda nacional con posibilidades de volver al origen del euro, si se hacen todos los deberes que nos impongan.
El sistema es sencillo pero muy jorobado. Se trataría de pagar sueldo y pensiones en pesetas pero mantener los ahorros en euros. Permitir que se abran cuentas en los bancos en una moneda o en otra, con diferentes comisiones e intereses y a su vez permitir créditos en la moneda nacional con más facilidad. Las deudas exteriores serían en euros, las nuevas deudas interiores en pesetas. Volveríamos al doble etiquetaje en los productos y se funcionaría con dos monedas.
Este sistema aunque parezca complicado se hace en parte en diversos países. En Londres es posible pagar en libras o en euros, en Andorra se podía pagar durante muchos años en francos o en pesetas, en Marruecos te admiten perfectamente el euro en tus compras, en otros países de Europa sin euro sucede lo mismo.
Las ventajas son claras. Para pagar sueldos de funcionarios o pensiones no haría falta endeudarse más el país, pues podría imprimir los billetes que necesitara, con empobrecimiento de su moneda patria. Pero mantendría los ahorros en euros que no perderían valor y las deudas en euros lo que garantizaría poder comprar en el exterior y más seguridad a nuestros deudores en el pago a Europa. Si volvemos toda la economía a la peseta, las deudas exteriores se mantendrían en euros, buenos son ellos. Con una peseta muy devaluada sería más imposible pagar. Al depender España mucho del turismo, interesa que ellos sigan pagando en euros pues son nuestra mayor industria económica y no con un cambio devaluado a pesetas.