Aunque no se lo crean, este bicho, el Hypselodoris dollfusi, es una babosa de mar, un animal que no piensa mucho, que aunque pequeño —pues no supera los 5 centímetros cuando está agazapado— es capaz de dar color a las noticias de cualquier telediario que se precie.
Si no fuera por el tamaño podría ser un banquero de los especuladores habituales, pero no, es una babosa muy rara de pillar in fraganti. Yo se la muestro para que vean sus pelillos a la mar, sus manchas de tomar el sol en la piscina del mar Índico o sus ganas feroces de comerse a todo el que se le arrima. La Hypselodoris dollfusi es lo que tiene, que pasa desapercibida excepto cuando te topas con ella, pues entonces te atrapa con su mirada y se convierte en una babosa feroz. Se pone hinchada como cualquier banquero en busca de su presa al que llaman cliente y saca su pene tieso y turgente como cualquier otro animal en celo, que se cree guapo de narices.
Hasta que descubrí a la babosa Hypselodoris dollfusi yo me pensaba guapo de ver, pero a partir de aquí, sabiendo que las babosas se esconden entre colores y despachos, uno ya no sabe qué hacer, donde esconderse.
Una de las diferencias más notables entre un banquero y la Hypselodoris dollfusi es que esta babosa permanece desnuda y como se ve en la imagen tiene dos penes, señores, dos penes para nada. El banquero hasta donde yo sé, solo tiene un pene si es macho y muchos (sin determinar su número) si es hembra.