Antes, las
empresas que funcionaban eras las que facturaban mucho, crecían, producían un
producto original y novedosa, atendían buen a sus clientes, eran serias, tenían
buena relación con su banco, creían en sus proveedores.
Ahora no,
ahora lo importante es ser bien considerado, cotizar al alza en Bolsa, ser
simpático y tener muchos Community Manager que nadie sabe bien qué son. Hemos
cambiado el trabajo bien hecho por el trabajo muy aparente. Y así nos va. Igual
es esto lo de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Tal vez en
vez de estudiar con los codos, clavándolos en la mesa buscando crecer y la
excelencia, hemos crecido a costa de cóctel antes de la comida en el mejor
restaurante de moda mientras sonreímos y contamos chistes al tonto que compra
la producción de la empresa por su presencia ante la mesa des marisco.
Nos hemos
olvidado de que los realmente tontos, los que han perdido de verdad el norte en
esta crisis (sin contar a los banqueros jetas ni a los políticos lelos) han
sido los empresarios que no se han dado cuenta de lo realmente importante. Y lo
digo habiendo sido yo parte de esa equivocación de idiotas. Cuando hablamos (y
debemos tomar nota para otro siglo) de que nos falta preparación, no nos
estamos refiriendo a los aprendices ni a los oficiales de carga y descarga, nos
referimos desde el mando intermedio hacia arriba. A los muchos empresarios que
no tienen ni pajolera idea. Así que venga, colegas, tenemos que volver a la
escuela para aprender a no dejarnos engañar por los mercados ni por los
políticos imbéciles ¿vale? Menos quejarnos y más trabajar.