Cuando
hablamos lo mal que se encuentra la educación en España, no pensamos en los
pocos cambios reales que hemos realizado en la formación y en que los muchos
intentos además de inútiles no han cambiado en nada la base de la formación.
Pensemos en un pequeño apunte, para saber si sería posible y útil.
Imaginemos
que la Universidad de Zaragoza se dedica a realizar cursos completos por internet y gratuitos sobre
materias específicas.
Cursos
grabados sin alumnos, colgados en internet y con acceso gratuito y libre. Lo puede
seguir un alumno de Zaragoza, de NY, de Quito o de Pekín.
Cursos de
calidad, formativos en diversos grados, potenciados en calidad pero también en
saber comunicar su sentido práctico y su calidad formativa.
Son acciones
formativas baratas, que dependen más de los apoyos puntuales de grande figuras
para que den prestigio a los cursos, pero que una vez grabados sirven para
muchos años.
¿Y de donde
se puede sacer el dinero para sufragar estos cursos libres, en periodos en
donde no hay dinero?
Toda formación
tiene dos vertientes: una, que sirve para mejorar a la sociedad como conjunto.
Dos, que sirve para mejorar personalmente al alumno y con ello ganar dinero en
su posterior trabajo.
Una vez
realizados los cursos la propia Universidad de Zaragoza debe crear un sistema
de examen. Las personas que deseen participar en esas avaluaciones SI deben
pagar una matrícula suficiente para compensar los gastos. Y los alumnos
examinados que hayan aprobado el curso, master o como lo queramos llamar,
deberían pagar otra cantidad por la obtención del Diploma acreditativo. Sin
este diploma no se puede demostrar que se ha aprovechado el curso gratuito.
Se consiguen
abrir tres caminos:
Que
la formación llegue a más personas.
Más prestigio de la Universidad, del Colegio
Mayor, de la Escuela de Formación Profesional que inicia este tipo de acción
formativa gratuita.
Unos
ingresos añadidos a través de los exámenes y diplomas