Con el asunto
de los niños tristemente desaparecidos “del todo” en Córdoba hace 11 meses ya,
con el caso Tomás Bretón y sus hijos Ruth y José en una finca que ya todos
conocemos como Las Quemadillas, que jodo vaya nombre para lo que hasta en
juego, tengo tantas dudas (tras haber visto lo suficiente del asunto criminal)
que he llegado a la conclusión que contra más te intentan informar, a veces,
menos terminas sabiendo.
El abuso mediático
de jefes de policías intentando explicar en una televisión lo que puede hablar
y lo que no debe hablar, es de lujo. Demuestra que además de humanos y no tener
ni idea de la importancia mediática que tienen los medios de comunicación, no
se elije al mejor para intentar comunicar. Pero me imagino que ya aprenderemos.
Mi gran duda
es saber cual fue el motivo para que una reputada forense dictaminara y
remarcado en mayúsculas, que aquellos restos eran de roedores y herbívoros,
cuando otros colegas suyos, tan reputados o más, simplemente viendo unas
fotocopias en blanco y negro y luego una visión rápida de los restos han
dictaminado que eran restos de niños, señalando hasta las semanas de vida que
tenían.
Yo estoy
seguro que algún motivo tuvo la primera forense para dictaminar lo que parece
un grave error. Nadie se equivoca tanto sin que medie algún motivo. Y quiero
conocer el motivo.
Quiero saber
si ese análisis lo hizo el becario. Si se le cayeron al suelo todos los restos
y los pisó. Si aquel día tenía médico dentista y se le olvidó al análisis. Si
le mandaron una caja equivocada. Si traspapeló el informe y entregó otro de una
caja diferente. Si la engañaron y le dieron el cambiazo.
Tiene que
habar algún motivo. Es imposible que fuera por no saber lo suficiente, por no
tener formación para saber diferenciar. Esto es imposible.
Así que nos
queda la gran duda, y nos quedará, de saber por qué durante 10 meses se han seguido
pistas falsas por un error que tendrá un motivo. ¿Por qué no entrevistan a la
médico forense en vez de la Paquirrín o a la cuñada divorciada? Estoy seguro
que una vez la forense se entere del error auténtico, si es que ya no lo sabe, deseará esconderse bajo las piedras o contarlo
a los cuatro vientos. Depende.