Ayer vieron (vimos) a Mariano Rajoy más de tres millones de personas, en una entrevista muy floja. Prescindible. Vacía de contenido final. Muchas personas viéndote para salir mal parado o para lograr que te entiendan y te aprecien. Depende del uso que cada uno sepa hacer de la televisión y de sus intervenciones.
Un gran mitin electoral del PP o del PSOE puede reunir entre 5.000 y 10.000 personas, pero todas vienen convencidas de casa. Era como hacer entre 350 y 700 mítines en una hora de intervención. Si se acierta, fabuloso; si se falla, jope.
La primera pregunta, complicadísima de responder al parecer, supuso el detalle claro de lo que es Rajoy para España y Europa. Su divagación, sus dudas, sus primeros segundos perdidos son de premio. Los veremos repetidos en cortes de todo tipo. Jope otra vez.
Ha sido portada titular en ABC y La Razón, pero NO lo ha sido en El País, en El Mundo, en la Vanguardia o en El Periódico, etc. Mal empezamos para ser la primera entrevista tras entrar al gobierno hace nueve meses. Los comentarios pequeños en los medios extranjeros no son positivos. Es lógico pues no dijo nada nuevo, nada que se pudiera presentar como titular.
Juega con Europa al ajedrez, pero juega enseñando sus movimientos. Y curiosamente esconde sus movimientos al grueso de la sociedad española que no entiende de política de nivel, pues no es su obligación entender de juegos profesionales.
Pero si mal es lo que dijo; si peor es lo que no quiso decir antes las blandas preguntas; lo triste es lo que no se intuye, que puede tener escondido en el bolsillo por si algo sale peor, ese famoso Plan B que todos tenemos que tener SIEMPRE preparado por si es necesario dar un zapatazo.
De libro es para Rajoy repetir como un mantra que no se puede gastar más de lo que se ingresa. De cortos de vista es insistir en que lo mejor (y casi único) es gastar menos. La fórmula lógica es gastar lo mínimo (pero nunca menos de lo mínimo necesario) e ingresar lo máximo posible. Y esto se consigue a costa de lograr que los ciudadanos trabajen. Se habló muy poco de crear nuevo empleo, no surgió ni una sola idea, un simple apunte, de por donde podremos crear empleo. Mientras sigamos destruyendo empleos privados y públicos, mientras estemos congelados y sin expectativas, la depresión irá en aumento, con un Presidente que ya viene deprimido de casa.
Lo malo de una entrevista fallida es que quedan muchos meses hasta la próxima, es decir si nos equivocamos, tardaremos en volver para rectificar. Y lo malo no es que te estén viendo los vecinos de tu barrio, los ciudadanos de tu país. Lo malo (lo peor) es que te están viendo los banqueros a los que les tienes que pedir ayuda, dineros, soluciones. Lo peor es que hoy sobre las mesas de los dirigentes europeos habrá un documento con resúmenes de lo acontecido y las opiniones de los medios. Y se lo piensan leer.