Se ha vuelto
a reformar la educación en España, una asignatura siempre pendiente y con la
que nunca acierta nadie de los que gobiernan desde tiempos de los años 80. Han
sido pues casi 30 años de cambios para nada positivo.
Seguimos
sufriendo —algunos alumnos, disfrutando— de un abandono escolar antes de la
edad obligatoria del 26%. Tenemos un 24% de jóvenes entre los 16 y los 29 años
que ni trabajan ni quieren estudiar. Nuestros jóvenes con ESO son el 65% frente
al 82% de media en la OCDE. Más del 53% de los jóvenes entre 16 y 24 años están
desempleados. Datos todos horribles que llevan a España hacia donde claramente
va poco a poco o a empujones.
Es tanto lo
que hay que reformar en la educación como tanto es lo que hay que caminar hasta
llegar a la meta que debemos alcanzar como sociedad formada. Efectivamente
algunos cambios, reformas, son imprescindibles. Otros se pueden matizar. Pero
es lo de menos. Lo importante es empezar a cazar ratones de una vez, es empezar
a tomarnos los estudios, la cultura, la lectura, la escritura, la historia, el
sentido común de las matemáticas, el conocimiento de lo que nos envuelve, como
algo básico e imprescindible para vivir.
Es necesario
reformar mucho e intentar no equivocarnos. Se empieza sin consenso y eso es
malo. Pero esperaremos a conocer mejor todo lo que se modifica. Sin consenso con padres, grupos políticos y sociales, con los diferentes estamentos educativos.
Pero si me
parece grave que no se potencia en binomio que me parece insustituible en la educación
de calidad. Los profesores y los padres.
Será imposible
reformar con éxito la educación en España, si antes no somos capaces de
respetar a los profesores y si antes no son los padres capaces de entender qué
es la educación y para qué sirve y en qué beneficia a sus hijos. Y para ello es
fundamental que los padres sientas como suyo el proceso educativo, sepan elegir
a los mejores padres para estar dentro del sistema, y digo bien claro, a los
mejores, y admitir que todos los procesos requieren esfuerzos que deben hacer
sobre todo los jóvenes.
¿Es posible
reformar sin dineros?, si, es posible, pero no es recomendable. No sé si
seremos capaces de hacer algo positivo en este santo país, pero tendremos que
estar todos muy pendientes de que no volvamos a fracasar, pues ya no quedan
muchas posibilidades de rectificación. Estamos muy cerca del abismo como
sociedad.