La enfermedad es el camino más rápido para perder parte de la libertad. Pero asumiendo esto, no debemos destrozar todo lo que nos queda. Que todavía es mucho. Y sobre todo, nuestra propia fuerza interior son gran parte de las herramientas que nos quedan para defendernos ante ella.
La mejor manera de defendernos ante la enfermedad depende de nosotros mismos, es nuestra forma de encarar los procesos, de entender lo que nos sucede, de asumir la parte mala y potenciar todo lo de bueno que sigue quedando que es mucho.
Estar enfermo es siempre duro, sin duda, pero no debemos quedar incapacitados para todo lo que nos queda, por no saber asumir el problema y darle la vuelta en la búsqueda de la felicidad posible. Dependemos sobre todo, y esto es complicado de asumir, de nosotros mismos. Necesitamos ayuda en los procesos de enfermedades de todo tipo, sin duda, pero nosotros además de colaborar debemos sacar todas la fuerzas y pelear por recuperar esa libertad perdida. Nuestra fuerza es mucho mayor de lo que nos imaginamos, simplemente hay que sacarla y demostrarnos a nosotros mismos que si somos capaces.
Y no pensar mucho en los que nos rodean, buscando su aprobación. A veces es necesario recibir su apoyo, muy necesario incluso. Pero nunca debemos quedar bien ante ellos por encima de quedar bien para nosotros mismos. La asertividad es muy necesario en todo proceso de adaptación al medio de vida. Debemos defendernos y admitir con agrado la ayuda. Pero sobre todo debemos pensar más en nosotros, para así tener más potencia ante los procesos complicados.