Hay que atreverse a pensar. Aunque no esté de moda

Recuerdo cuando el año 2012 se confeccionaba como un año de esperanza. Nos habían dicho que empezaríamos a crecer económicamente y como sociedad (tal y como ahora nos dicen que lo haremos en 2014), el cambio político liderado por Mariano Rajoy parecía que nos enviaría un aire de ilusión y renovación política que acabaría con los males de un pasado que no habíamos entendido del todo.
Y sin embargo, nada positivo se ha movido y los miedos y temores han aumentado.

Las decisiones de política económica, que ya han dejado de ser una decisión nacional (perdiendo así el control de nuestra política monetaria, fiscal e incluso estructural), seguían la estela de unas directrices que siguen resultando contraproducentes. Lo único que cambia es que cada vez está todo más claro, tristemente más claro.

Nuestras vidas están encadenadas al registro y evolución de cifras como el PIB, el déficit público y la inflación. Los desahucios, la pobreza, el desempleo y la emigración (que no volverá) son daños colaterales, efectos dolorosos de un país que está descolocado, fuera de ese punto de equilibrio macroeconómico que, esperamos, algún día volverá.


Rezamos a “San Equilibrio” tal y como nuestra ministra de empleo le reza a su virgen en público como queriendo ver la solución tras los mantos y las ceras de sus velas. Hemos vuelto a los cimientos de la humanidad, donde la filosofía aún no existía y solo existían las creencias y el misticismo. Tan bajo hemos caído que nos da miedo creérnoslo.

Los comienzos, los retornos, los ciclos, siempre nos dan la oportunidad de retomar fuerzas, de respirar, de hacer un registro de todo lo que ha ido mal y enmendar nuestro propio futuro. Nos da la oportunidad de pedir y proponer aquello que deseamos y podemos conseguir.

Si tuviera que pedir un deseo para el 2013, sería que dejaran de tomarnos por tontos. No pido que me hagan caso pues no tendría derecho a imponer una visión personal y (quien sabe), quizás equivocada. Solo espero que algún día permitan un debate abierto, sincero, honesto, inteligente y profundo.

En política seguimos en los albores de una democracia que se ha convertido en la libertad de elegir al dictador menos malo. Un gobierno que, no solo se cree por encima, sino que nos trata como tal. Sin debatir las ideas, sin consensuar las políticas y sin explicar las acciones, nos encaminamos a la defenestración del sueño de un pasado que pudo ser y no fue.

Ante el reto de entender un mundo que, a menudo, resulta caótico y desconocido, la necesidad de tomar las riendas del aprendizaje y el descubrimiento se vuelve cada más acuciante. No solo hay que saber salirse del camino establecido por una docencia estigmatizada, hay que saber andar por un sendero tortuoso en el que nuestra única fuente de vida es el pensamiento.

Hay que atreverse a pensar.

Por eso mi propósito para 2013 es seguir pensando. Probablemente exija mucho más esfuerzo que ir al gimnasio, pero, os lo garantizo, es mucho más barato.

Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe - Feliz 2013 a todas y todos mis lectores.