No vivimos dentro de nuestras posibilidades, durante años hemos hemos ido creciendo en gasto, creyendo que el dinero de crédito era más fácil de conseguir y pagar que el dinero del ahorro. Un grave error, pues si no somos capaces de ahorrar, es imposible que seamos capaces de pagar créditos que son las mismas cantidades que las del ahorro más los intereses.
Para tener más hay que ingresar más, no gastar más rápido y a crédito. Muchos se están haciendo millonarios con la suma de los intereses que tenemos que ir pagando por no saber esperar a consumir cuando podamos o por consumir más de lo que realmente podemos.
No hemos sido prudentes y ahora estamos pagando muchos de nosotros la crisis con la mochila añadida de unas deudas complicadas en tiempos normales, imposibles en tiempos débiles.
No siempre podemos tener AHORA lo que creemos necesitar. Y empeñarnos en tenerlo ahora, supone tener que pagar más por ello. Si unas vacaciones en una playa muy alejada suponen uno o dos meses de sueldo, tenerlas que pagar a crédito pueden costar una mitad más. En cambio pasar esas mismas vacaciones en una playa cercana, que pueden ser igual de felices, pueden costarnos un mes de sueldo. ¿Merece la pena alejarse y tener que pagar hasta el triple por una diversión de unos días, que puede suponer lo mismo que hacerlo a miles de kilómetros? La diferencia entre el Caribe y Salou es de mucha cantidad de dinero pero la felicidad la llevamos dentro, no depende de los envoltorios.
Una deuda nos puede superar, se puede convertir en incontrolable. Hay que tener sumo cuidado en el tamaño de la deuda, pues tiende a multiplicarse ella sola, a poco que no seamos capaces de poderla pagar a tiempo. Y muchas veces los tiempos de amortización de las deudas son tan largos, que es imposible saber qué cambiará de nuestra vida en este tiempo.