Nadie sabe de donde viene los lectores, y si no que se lo pregunten a Jorge Javier Vázquez, que está asombrado del éxito de su novela diario, que deja mucho que desear pero se vende como rosquillas.
También es cierto que una cosa son los lectores y otra bien distinta los compradores de libros. Leer lo que se dice leer, pues eso, cada vez menos y peor. Muchos de estos libros de Jorge Javier se quedarán en la estantería del comedor, esperando al juicio final. Será un regalo más práctico que un frasco de colonia, pues al menos está hecho aquí y no huele mal.
Hoy los lectores leemos en internet —y me incluyo— unos pocos segundos. Es como si nos escociera aguantar mucho tiempo sobre la misma página de internet. Como no nos pille guste en las dos primeras líneas, estamos perdidos. Nos (les) abandonan. Así que esta es la primera enfermedad del escritor. No consigue fidelidad.
La segunda es que hoy escribir es gratis. Parece la más importante pero no lo es, pues ya casi todos los que deciden escribir han asumido que esto es gratis. Como llevar a la suegra en el coche a comprar jabón al Pryca.
La tercera es que hay que escribir condensado, en pocas líneas todo. Eso o escribir en un exceso sin control. Hoy El Quijote tendría dos versiones. La corta con a lo sumo 3 páginas. Y la larga con un mínimo de 2.500 páginas. No sé que hubiera sido más complejo. Por eso hoy ya no se escribe un Quijote como dios manda.