Estamos en Navidad, lo has notado aunque no quieras, tiempos de felicidad o de infelicidad. No hay términos medios. Creemos que hay que cumplir bien con todos, con la familia, con los compañeros y amigos, con los vecinos, con una misma. Bueno, a veces si, a veces no.
Si en estas fechas tienes más melancolía, más estrés o depresión, más angustia o ansiedad, no te preocupes, es lo normal. A veces nos falta alguien muy querido, otras veces no tenemos el dinero suficiente para poder disfrutar como queremos unos días marcados en el calendario, otros años son los problemas los que nos aturden pues en estos días también atacan, a veces la salud se empeña en jorobarnos unas fechas que consideramos buenas.
No es posible ser feliz por obligación, por que lo indique el calendario. No se ha inventado todavía la medicina para ser feliz cuando nos de la real gana. Es duro asumir que otros si lo son, pero debemos asimilarlo para no ser más complicado soportar estas fechas.
Para ser feliz no dependemos de grandes alegrías, de inmensos objetivos cumplidos. Debemos aprovechar de los pequeños éxitos, de las cosas pequeñas que nos pueden hacer felices. Todo depende de nosotros mismos, de que sepamos enfocar las respuestas de una manera o de otra.
Se puede cenar una langosta fresca recién capturada en Galicia. Pero también se puede comer en Navidad un cocido como los que hacía nuestra abuela y en su recuerdo. Los dos son satisfacciones y los precios muy distintos.
Si no puedes regalar una máquina nueva de jugar con pantalla, regala una poesía o un libro. Si te falta alguien importante, hazle un pequeño homenaje. Si estás discutido con parte de la familia negocia una paz momentánea que puede convertirse en duradera. Es igual lo que pierdas en el intento, ganarás felicidad.
Y recuerda que NO ES OBLIGATORIO celebrar la Navidad.