Pesadilla en la cocina es un programa bruto, un programa de realidad guionizada de televisión para conseguir audiencia. No hay duda por parte de nadie. Pero las empresas que se someten a este juego lo hacen previa llamada al programa de La Sexta para que les ayuden y por que están en situaciones terminales. Los mecanismos de respuesta del programa son los que necesitan muchas empresas de este país, sean del sector que sean. El formato “Coach” o “entrenadores” son validos para entretener pero son muy válidos para mejorar vicios ocultos en numerosas empresas.
Muchos de los tic que se ofrecen, de las realidades que se ven en el programa Pesadilla en la cocina, son comunes a muchas empresas en nuestro país. Les toca a los restaurantes por la facilidad en entender los errores, por su plasticidad a la hora de probar resultados y por la cercanía a todos nosotros. Pero la incapacidad de los gerentes a ser empresarios es habitual entre las empresas que fracasan, los mandos intermedios que son unos incapaces son muchas veces responsables de unos malos resultados, la nula práctica de lo más habitual son absurdas acciones que se repiten sin entenderlo desde fuera. Y la mala formación profesional e los implicados una constante.
Los mismos consejos servirían para centenares de empresas de variados sectores, en un intento de salvarlas. Y curiosamente en casi todas de ellas, salgan en Pesadilla en la cocina o no, arrastrando unas deudas muy severas que destrozarán las vidas a sus gestores. Son similares problemas.
La relación entre gestores y empleados son malas. El producto que se ofrece a los clientes es malo o peor al de la competencia y sin relación con el precio que se paga. No hay implicación de los dueños en la realidad de la empresa. Se invierte sin control. No existe una información clara de la facturación en el día a día lo que convierte en drama las deudas cuando se dan cuenta. No hay control de almacenes, de entradas y salidas. NO hay formación profesional suficiente. Los servicios que se ofrecen nadie sabe explicarlos ni hay constancia de que sean los necesarios para cada momento. O se es prepotente o se es incapaz.