La
financiación de los partidos políticos está en la clave del actual problema de
corrupción política. Si luego algunas persona han optado por jugar a robar o a
enriquecerse o a dar sobres de color malva, sería el siguiente paso de una
escalera que sube y sube.
Se dice que
las empresas pueden (y dan) donaciones anónimas a los partidos políticos, y que
este sistema es el que ha permitido financiarse los partidos políticos. Es
mentira aunque suene bien como excusa.
Nadie,
ninguna empresa, da dinero de forma anónima para ayudar a un partido político.
Entregan dinero de forma anónima por que así deben hacerlo, de forma acordada o
no, pero de manera que todos conocen y respetan. Lo han dicho muchas personas,
lo han publicados muchos medios de comunicación y es el gran lastre que mueve
la política y crea un bipartidismo asimétrico, e donde quien gobierna sabe que
puede cobrar. Es un impuesto más, aceptado por quien paga y por quien cobra,
ilegal, amoral y que hay que suprimir con urgencia, aunque no conste en ningún lugar.
Luego están
las migajas de los trocitos de sueldo de sus políticos, que ayudan a los
pequeños partidos y complementan para café los de los grandes partidos.
Y también
están los dineros que se reciben por votos, pero que ya están gastados antes de
recibirlos, pues toda campaña electoral es muy cara.
No es lo
mismo que empresas y de forma anónima —pues así lo permite (exige) la ley—,
ayuden a los partidos, a que estos sepan que pueden cobrar partidas
presupuestarias casi fijas según los trabajos realizados. La corrupción está
asegurada. El poder de quien controla la contabilidad dentro de los partidos, puede
ser inmenso.
Pero dentro
de estas disfunciones que hay que suprimir, también se podría haber hecho mucho
mejor. Por ejemplo que la contabilidad política la llevara un responsable
financiero diferente cada cuatro años, que debería ser máximo por ley.
Que se
lograra crecer mucho en el número de afiliados a los partidos políticos con
discriminaciones positivas hacia los ciudadanos que decidieran aportar su
tiempo y su dinero a los partidos. No tienen que ser las empresas sino las
personas las que apoyen a los partidos políticos, a los que sobrevivan a los
cambios.
Que se acabe
con las disfunciones legales que suponen las Fundaciones, Asociaciones, etc.
para que se separe el polvo de la paja. Los tentáculos deben ser lo más
sencillos posibles.
Información, información,
información. Mucha información interna con comisiones propias que analicen,
fiscalicen y auditen las contabilidades por obligación legal cada año. Cuantas
más personas saben, menos posibilidades hay de crear trampas.
Y algo que me
parece básico. Tasar en un máximo de 8 años los que una persona puede tener
responsabilidades orgánicas dentro de los partidos políticos (excepto Tesorero
que serían cuatro). A los 8 años como máximo, todos los cargos intentos de
todos los partidos políticos tienen que ser recambiados, elegidos por los
propios partidos políticos, para que nadie se enquiste en los cargos de
representación y gestión. Y nadie podría cambiarse hacia cargos de similar representatividad
política interna.