Tu país, tu ciudad, tu empresa, tu casa, tú mismo, tienen (tenemos) defectos.
Con sinceridad, hay que disimularlos. Tú vives en un ambiente, dentro de una vida ya formada que crea tu ambiente de vida. Si constantemente te estás quejando de todo lo que te acompaña en la vida, estarás equivocándote, pues te pueden preguntar “¿Qué haces tú para mejorarlas?”. Y no sabrás bien qué responder.
Tu habilidad debe ser la de disimular los errores, los fallos, las cosas que no te gustan. Esto no quiere decir que te calles en donde haya que decir con fuerza que algo no funciona bien, sino que hay que elegir bien los interlocutores, los lugares de la queja, los sitios en donde hay que aplaudir a tu país o tu empresa y los lugares en donde hay que criticarla aportando soluciones.
Debes intentar que tu vida, lo que te rodea, tu ciudad o tu empresa, tengan prestigio y respeto. Si te estás quejando constantemente de ellos, conseguirás lo contrario, lograrás que piensen lo desgraciado que res por vivir en lugares malos, pero también lo incapaz que eres por no rebelarte y cambiar tus lugares de vida.
Hay que trasmitir a los demás que vives lleno de virtudes, que tus lugares son muy interesantes. Y lavar los trapos sucios en los lavaderos, nunca delante de todos y en la plaza pública en donde los demás van perfectamente limpios y nunca enseñan sus partes socias. Todos tenemos que lavarnos las ropas, todos las ensuciamos. Pero lo importante es saber donde y cómo se lavan las manos y los culos.