El Papa Benedicto XVI de apellido Ratzinger
se ha ido del papado poniendo la otra mejilla, disimulando por edad y
derrotado, tras muchos años peleando contra la filosofía del Concilio Vaticano
II mientras los enanos le crecían y se le iban apoderando del negocio. Estos
años ha estado la iglesia católica en manos de duros reformistas súper
conservadores, sin lograr que la sociedad responda con ánimo a sus ideas
políticas y sociales. Muchos color para los ricos, pocas soluciones para los
pobres.
Y se va el Papa Benedicto XVI derrotado, al sentirse rodeado
de ratas de barcos hundiéndose, que hacían de todo menos clarificar las aguas,
limpiar las basuras, pensar en el futuro. Si Cristo levantara la cabeza, lo
correría a gorrazos; sí, a todos.
Y ahora y hasta que tengan (tengamos, pues depende) nuevo
Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, que trabajó con Ratzinger muchos años en la
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) se
ocupará de cocinar los desayunos religiosos, las cenas de hermandad para buscar
sustituto y de limpiar los baños de los corrillos. Jodo.
Vamos, que será el Camarlengo, el “jefe” encargado de organizar el Cónclave Cardenalicio que elegirá al nuevo Pontífice. Jodo otra vez.
Vamos, que será el Camarlengo, el “jefe” encargado de organizar el Cónclave Cardenalicio que elegirá al nuevo Pontífice. Jodo otra vez.
Detrás y tapados van a quedar los
secretos de Banca y de la Curia Vaticana, de los documentos secretos robados y
extraviados o los presuntos juegos sexuales que acompañan a cualquier revista
que intenta hablar del Vaticano con ganicas de informar. Y que no se nos
olviden algunos rumores que hablan de intentos de asesinatos programados, siempre
más utilizados en novelas de lujo que en periódicos diarios. Corrupción entre
sacerdotes vaticanos o repartidos por todos los rincones de dios, que asombran a los fieles y les importan un pito a los no
fieles que ya sabíamos que los caminos de Dios no se estaban respetando.