Me gustan los jardines abigarrados, los barullos naturales, los líos de colores y formas, los lugares repujados y confusos en donde ya no parece haber lugar ni para un simple alfiler. Tal vez fue mi falta de elementos en la niñez, cuando yo no tenía de casi nada: ni libros, ni juguetes en demasía, ni posibilidades.
Me gustan los lugares en donde nada es más que lo otro, aquellos en donde todo parecen tener la misma importancia y necesidad de estar. Es imposible imaginarse un hueco vacío en los lugares en donde hay de todo, pues ese todo ocuparía enseguida el espacio disponible. Todo es muy sabio para no dejar espacios libres, excepto que los hayamos provocado por arranque.
Este jardín es de Pau, en el sur de Francia. Me gustaron los colores con formas pequeñas, el agua y sus nenúfares, pero también su aspecto desordenado, casi totalmente natural. Me gustó su silencio que es imposible traer en una fotografía. Pero ahora lo escucho.