Aquella
canasta me pareció enternecedora, la vedad, pensaba que ya nunca más se podían
hacer patucos a manos, que nunca ya los bebes disfrutarían de patucos realizado
con amor y cariño, con dedicación de alguien, con la suavidad y la ternura de
una lana de calidad y de un tiempo dedicado pensando en sus pequeños pies.
Cuando me
apareció en un escaparate de Madrid esta canasta con patucos de diferentes
colores, hechos a mano y a un precio realmente bajo para ser algo realizado de
manera artesanal, lo menos que pude hacer además de quedarme embobado era
hacerle una foto para compartir.
Yb abrazo a
las personas que por muy pocos euros hacen esos patucos que luego se venden a
10 euros. Ellas, pues seguro que son mujeres, están llenas de amor y lo
trasmiten en sus trabajos.