Pero a la hora de decidir, tras analizar y reordenar, debe ser siempre la calidad la que prime en tus decisiones de todo tipo. La perfección y la excelencia está con la calidad y no con la cantidad.
Poco pero bueno, es mejor que mucho pero regular.
Todo lo que es muy bueno, lo que vale mucho, lo que merece la pena, ha sido siempre poco y raro, escaso y no al alcance de todos.
De hecho lo que abunda, lo que todos tienen cerca, no se tiende a valorar como se debería por eso, por parecer fácil.
Es mucho mejor ser pequeño pero complejo y con soluciones, que ser gigante y hueco por dentro.
La inteligencia no se esconde en muchas páginas de libros muy gordos, sino en frases bien organizadas que puede estar en pequeños libros delicados y de pocas páginas.
Por ello incluso, deben plantearte que abarcar mucho sin unos criterios exigentes no sirve de igual que abarcar solo aquello a lo que podrás dedicar calidad de tu tiempo y excelencia en tus soluciones. Dedícate solo a lo que te guste, para poder dedicarle lo mejor de ti mismo. Si te dedicas a todo lo que te aparece, muchas cosas quedarán sin objetivos y sin finales.