Publicados los datos de paro y afiliación correspondientes a febrero de 2013, la sensación personal es ligeramente positiva, aun con muchas reservas que paso a explicar, pues hablar de optimismo con el drama del desempleo sobre la mesa, parace una barbaridad.
En primer lugar, los datos crudos. El paro aumenta en 59.444 personas, que representa un aumento del 1,19% intermensual (inferior al 2,44% de febrero de 2012) y un aumento del 6,96% interanual (inferior al 8,28% del mes pasado). En términos desestacionalizados el paro baja en 1.802 personas.
Sobre la afiliación, vemos una caída de 28.700 personas, que representa una caída intermensual del 0,17%, inferior al 0,36% de febrero de 2012 y una caída del 4,41% interanual, inferior a la caída del 4,59% del mes anterior.
Vemos la corrección en el sector agrario, y cierta mejoría (muy, muy pequeña) en el resto de sectores (en términos desestacionalizados):
Así como la mejora en el ritmo de caída de asalariados y el empeoramiento de los no asalariados del que ya avisé el mes pasado a tenor de la correlación entre ambas cifras:
El paro alcanza la cifra redonda y la supera, alcanzando los 5.040.222. Aunque se queda en nada al lado de los datos de la EPA, que ya superaban los seis millones.
Entonces viene la pregunta del millón, ¿Son unos datos buenos o malos sobre el desemplo en este inicio del año 2013?
Ayer Fatima Bañez había anunciado que los datos serían buenos, y a tenor de la evolución registrada del ritmo de deterioro, lo cierto es que sí son unos datos ligeramente positivos. Siempre, claro, desde ese marco relativo en el que el empleo sigue destruyéndose. ¿Hasta cuando?
Quizás hayamos tocado fondo en la velocidad de destrucción, ya hemos soltado el pie del acelerador, el problema es lo que tardaremos en que el coche se pare. Si siguiéramos a este ritmo (que no hay nada que me haga pensar que lo hiciéramos, es una mera hipótesis para remarcar mi punto), tendrían que pasar dos años hasta que viéramos un aumento en el empleo. Por eso es muy importante que, cuanto antes, empecemos a disminuir, como parece que ya hemos hecho, el ritmo de destrucción de empleo. Básicamente porque solo es el comienzo.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que ya en 2009 el ritmo de destrucción de empleo se redujo, allá con Zapatero. Claro que, como no hicimos las reformas, ni cambiamos el modelo productivo, y como seguimos con políticas procíclicas, volvimos a caer en el pozo. Nada nos impide volver a caer. Así que precaución, amigo conductor. Que la senda es peligrosa. Miguel Puente Ajovín - Caótica Economía