El jesuíta y reconocido pacifista Jesús María Alemany responde (publico tres preguntas) en El Periódico de Aragón sobre la actualidad.
--¿Con qué ánimo contempla la actualidad?
--Con preocupación. Venimos de tiempos en que habíamos conseguido metas importantes en la historia de España, de Europa y del mundo, y en estos momentos da la impresión de retroceder en España, en Europa y en el mundo.
--¿Había conocido algo similar?
--Era preocupante la situación en el régimen anterior, pero teníamos esperanza. Incluso teníamos un modelo en el que mirarnos que era Europa, y ahora da la impresión de que todo esta en crisis.La democracia se tambalea, el estado social está mostrando brechas profundas y Europa da la impresión de que está falta de líderes; existe la mediocridad y las recetas vienen de los mercados, poco interesados en la distribución de los bienes.
--¿Los políticos se han alejado del pueblo?
--Una cosa son los políticos y otra la política. La política y el poder estaban identificados en la democracia; en este momento política y poder están separados, puesto que el poder lo ostenta la economía; la política, ni siquiera sabe o puede regular la economía. Esto hace que la política no pueda suministrar a los ciudadanos la seguridad de vivir en dignidad y en un grado de bienestar acorde con el estado social de derecho que consagra la Constitución.
--¿Y los políticos?
--Están muy alejados de los ciudadanos por las razones anteriores pero también por otras añadidas: la escasa experiencia en democracia que teníamos los españoles hizo a los ciudadanos creer que su papel era solamente votar y lo demás quedaba en manos de los políticos. Por otra parte, los políticos una vez elegidos no han tenido especial interés en acercarse a los ciudadanos o facilitarles su participación en las decisiones a tomar. Por eso en un momento en que política y poder van separados y erróneamente políticos y ciudadanos también lo estaban, la crisis económica y social se convierte en crisis política y se advierten las carencias de la democracia formal de voto, que no es la democracia moral en palabras de Aranguren.