Estoy de entierro. No de personas sino de cueva, de vivienda, de barrio. Junto a estos almacenes de cajas por los pasillos hay historias y sentimientos, recuerdos y vida. Cuando lo vuelva a colocar todo nada quedará igual, todo se posicionará en una nueva vida, cobrando nuevos movimientos.
He realizado fotos de todos pero no para copiar sus posiciones, sino para recordarlas con los años, como si fueran familiares que se han ido. Entre las ropas y los platos, entre las cerámicas y los libros aparecen fantasmas olvidados, sensaciones que quedo con ellas para darles más vida en la nueva casa. Luego todo será aleatorio y no me acordaré de las nuevas promesas. Soy un inconstante.