El profesor de
sociología y exministro de educación socialista José María Maravall en su libro
“Las promesas políticas” enumera cuatro posibles razones que nos llevan a la
sociedad a separarnos de nuestro sistema político y a desafectarnos de todo lo
que suena a política. ¿Tienen solución estas actitudes políticas?
La enorme
diferencia en información que hay entre los ciudadanos de la calle y los
políticos que gestionan. Información que no se trasmite, que no se comparte,
que no se quiere repartir posiblemente convencidos de que la información es
poder.
La falta de
incertidumbre ante los resultados electorales futuros, asentado el bipartidismo
en la tranquilidad de un reparto político que varía hasta ahora, entre el todo,
el mucho o el suficiente. Nadie pierde, los que gestionan sin duda nunca, y
están convencidos de que nunca surgirán cambios profundos que les hagan
tambalearse y con ello ser analizados y juzgados de sus anteriores gestiones.
El político toma
la decisión del pueblo una vez cada cuatro años, tras dos semanas intensas de
vender un producto, “ellos”; y luego se olvida totalmente de lo prometido, de
su programa, de lo que el pueblo le ha solicitado y ha creído necesario. Según van
pasando las semanas el político se va alejando poco a poco (o de golpe) del
pueblo y de sus promesas hasta que a los cuatro años vuelve a las anteriores
deseando convencer de que ahora sí, ahora toca. Es cierto que al llegar al
poder se tiene una información diferente a cuando se aspira a ello, pero nunca
se informa con realidad y pedagogía clara de lo realmente encontrado y los
motivos de las decisiones cambiadas entre lo prometido y lo realizado. El
político pasa a ser “un dios” al que no se le puede pedir lógica social ni información
básica.
La creciente
sensación de que todos los partidos políticos son iguales. La falta de
diferentes maneras de trabajar la política y de saber comportarse distinto para
que la sociedad sepa diferenciar a unos de otros. Hay diferentes organizaciones
políticas, que incluso ejercen la política de manera distinta. Pero la
ciudadanía no detecta esas diferencias, no sabría explicar en qué se diferencia
el PP del PSOE, de IU o de CHA. Existen inmensas diferencias, pero si no las ve
el ciudadano, es lógico que piense que todos son iguales.