Los ejemplos de Egipto, Siria o Turquía nos enseña en pocas
semanas que las crisis se encienden sin poderlas prever; crecen y se
transforman por chispazos que no siempre son suficientes visto en perspectiva,
pero que sirve para encender la mecha del estallido social.
Europa lo sabe y lo analiza. Dibuja escenarios de crisis y
los intenta resolver con distintos ajustes y comunicaciones. Es un juego de
acción reacción, de tirar y aflojar. Si alguien se equivoca el drama puede ser
complejo.
Hoy Rajoy nos dice que no estamos bien. Pero estamos mejor.
Es un doble mensaje con escondido sentido. No nos puede engañar (del todo) y
sabe que notamos la realidad económica y social, pero nos dice a continuación
que todo hoy es mejor que ayer pero peor que mañana. Como aquel lema del amor
que surgió tras “Love story”. Hoy te quiero más que ayer, pero menos que
mañana.
Rajoy sabe y dice que los balances hay que hacerlos en el
momento que toca y eso es dentro de más de dos años. Está tranquilo pues cuando
habla de balances no se refiere a los españoles, se refiere al Partido Popular.
Sabe que el desierto político le envuelve y que fuera de él no hay nada
contundente que le puede hacer sombra. Y en parte tiene razón. Mientras tanto
España pierde.
Queda mucho camino por recorrer en estos dos años, no veo
tropa suficiente pero si en cambio muchas necesidades. Incluida la federal. Hay
que crear al menos casi un millón de puestos de trabajo, hay que empezar a
sentar las bases de una nueva economía española, hay que modificar los hábitos
de un turismo que como primera empresa hay que ajustar para modernizarlo, hay
que insistir en una reforma por consenso de la educación, hay que evitar que se
nos vayan los jóvenes válidos a otros países. Hay que lograr que la sociedad
vuelva a creer en sus políticos.
Como nos estalle otro escándalo de corrupción política o se
agrave alguno de los dos gordos pendientes, la regeneración tendría que ser
total. Y en eso estamos.