Vamos a realizar un ejercicio de relajación, sencillo y novedoso.
Concéntrate en lo que sientes en cada momento.
Tócate con la punta de la lengua las encías en su parte superior.
Haz fuerza con la lengua sobre la zona, todo lo que puedas.
Ahora pasa la lengua de forma muy suave por la misma zona y nota la diferencia entre hacer fuerza y pasar la lengua suavemente.
Encoje la lengua sobre ella misma e intenta tocar la parte final de la encía, como si intentaras tocar la garganta.
Arrastra lentamente la lengua por toda la encía hasta su posición normal.
Empieza a tocar las muelas superiores de la zona derechas con la lengua y va pasando de una muela a otra, hasta llegar a los dientes y continúa hasta el otro lado de la boca buscando todas las muelas.
Has la misma con las piezas de la zona inferior.
Sigue concentrado en sentir como la lengua va recorriendo todas las zonas de la boca.
Este ejercicio, estoy seguro, te ha llevado unos pocos minutos, pero en ellos no has pensado más que en lo que estabas haciendo, en ti mismo, obligándote a estar concentrado en tus sensaciones normales.
Has dejado de pensar en situaciones negativos. Eras capaz de controlar tus pensamientos. Si lo logras forzando ciertos ejercicios, poco a poco te irás acostumbrando a dominarte y a mandar sobre tus pensamientos, para apartarlos.
¡Ahora no toca! Tú también puedes darte órdenes a ti mismo.