8 preguntas sobre lo que deberían hacer Obama, la ONU, Europa o la CEE ante Siria


¿Qué deberían hacer Obama, la ONU, Europa o la CEE ante Siria, un problema que no tiene ninguna salida correcta y en donde no se garantiza que no se vaya a estropear todavía más la situación, si se mueve por error una ficha clave?

Parece seguro que el Gobierno de Siria cometió la barbaridad de atacar a sus ciudadanos con armas químicas, provocándoles la muerte a centenares y dejando miles de enfermos.
Parece claro que los países occidentales no debe permitir este crecimiento de la violencia (no deberían permitir ninguno) que supone romper las reglas que entre todos ellos (los más poderosos) se han impuesto.
Estamos seguros que el problema de Siria es grave, complejo, con muchas aristas que se ven o permanecen escondidas, donde intervienen muchas más situaciones que las puramente internas.
Conocemos los grupos que forman la oposición al Gobierno de Siria y el mundo occidental tiene severas dudas de que sean la solución a los problemas actuales. Al menos visto desde la perspectiva occidental, sea social, religiosa o política.
Sabemos que la importancia (por separado) de cada una de los países en esta zona tan compleja es mucho menor que el que representan sus amigos, sus enemigos, su situación, sus religiones, sus influencias ente la comunidad internacional.
Estamos seguros que solo EEUU es capaz de liderar (para bien o para mal) un ataque contra el Gobierno de Siria. E intuimos que la ONU está acabada o muy manipulada.
Todos afirmamos que un ataque contra el Gobierno de Siria no puede ser terrestre, en la misma medida que intuimos que solo un ataque terrestre sería capaz de cambiar las situaciones en el medio plazo.
Cuando comparamos Siria con situaciones anteriores, en Irak, Libia, etc., siempre entre el miedo del error, la barbarie de las acciones de guerra, las incapacidades para resolver. Y admitimos que no hay término medio, que todas las guerras son brutales y que los ataques a la población civil siria es vergonzante para todos, pues todos somos responsables si empleamos el silencio.