Los políticos se examinan de media una vez cada dos años,
cuando se tienen que presentar a unas elecciones, donde la sociedad los elige.
O no.
Todos habéis notado que nadie pierde nunca, que suceda lo
que suceda, todos ganas o casi. O si pierden, no aparentan haber perdido con la
misma potencia que nos sucedería a los no metidos en harina. Todo tiene su
escuela.
Una vez que se ha perdido hay que explicar a los votante
fieles y a los medios de comunicación nuestro punto de visa. Es inevitable
aunque te estés carcomiendo por dentro. Hay que salir, aparentar y pone buena cara. Quienes te escuchen pueden ser los próximos que te voten hasta ganar.
Pero sobre todo hay que ser breve en las explicaciones. Muy breve.
Hay que demostrar tranquilidad, sensación de que es el
primer día de la siguiente carrera, de que se acepta la derrota como una buena
decisión de los votantes.
Hay que aceptar la derrota mientras que en pocas palabras se
da aliento de futuro.
Hay que ser agradecido con los votantes que han elegido la
propuesta perdedora y darles ánimos pues ya falta menos para ganar.
Asegura ante los que te escuchan y te van a seguir apoyándote
que vas a trabajar más que antes, que vas a defender tus ideas que son las únicas
buenas.
Hoy has perdido, pero mañana ganarás, es cuestión de
trabajar más y tener confianza en el futuro.
Y recordar siempre que para ganar debes recuperar votantes
que hoy han elegido al contrario, así que es obligatorio no mostrar respeto y
aceptación con ellos. Los vas a necesitar. Y todo esto hay que hacerlo siendo
MUY breve en tus intervenciones iniciales. Efectivamente es complicado, pero se
debe tener todo preparado antes de perder.