A veces los mensajes están encriptados. “Cuenta algo. Tú, yo”.
“Cuenta” en muy grande, “algo!” en pequeñito. Y esa mezcla
entre el “yo” y el “tú” es tan compleja que no la llego a entender bien.
El caso era que alguien contara algo, que no nos quedáramos
callados, que pensáramos en una historia, real o ficticia, y las trasmitiéramos
a los demás. Creo yo que era eso. O no.
Yo os cuento que un día vi este cuadro en un Museo de
Vitoria y me llamó la atención su sencillez y a la vez la complejidad del
mensaje.
Me dije:
—Si está en un Museo importante será por algo.
Así que lo fotografié al momento, para llevármelo a mi
laboratorio de explicaciones. No, no logré entenderlo ni aun así.