El hombre que bebió demasiada poca agua


Nada más ver aquel hombre agachado sobre sí mismo, intentando beber casi a morro agua de aquella fuente, en el Paseo del Prado, con un calor de la justicia de agosto, en una tarde acabada que anunciaba noche cálida, me entraron ganas de levármelo a casa. Y disparé. Solo pude hacerle dos fotos, soy lento desenfundando, lo siento. El hombre no se enteró. Ahora tampoco. Creo.

Nunca llegué a decidir si me había gustado más la figura del hombre o las sombras que cruzaban la imagen de lado a lado.