Por nuestro paseo matutino nos hemos encontrado, hijo y padre, con este portentoso tanque natural. Coraza verde, cara de malos enemigos, colores potentes que contrastaban con el crema suelo, lo que nos indicaba que estaba más perdido que un elefante en una cacharrería.
Debió venir volando del parque cercano y se encontró de golpe con el conglomerado color tierra, en donde se puede defender mucho peor. Pero no lo sabía. Creo.
No sabemos si fueron sus últimas fotos, nosotros le dejamos en el lugar sabiendo que lo estábamos condenando. Pero sabe volar y debía ser él quien eligiera por donde deseaba pasar el tiempo. Nosotros simplemente lo recogimos con la cámara sin molestarle mucho y nos fuimos.