La crisis ha terminado. En serio. Tristemente ya no estamos en crisis. Nos lo dicen y no nos lo creemos. Va en serio. Ya no estamos en crisis. Así será la nueva situación, así de dura y de cambiada. Estamos en el New Deal, esto es lo que hay.
Nos mantendremos muchos años con un desempleo muy alto, no habrá trabajo para todos a ocho horas al día y nos pagarán lo que quieran. Ellos, claro, lo que quieran ellos.
Sin duda ahora nos falta el cambio. Es decir, buscar una nueva manera de trabajar y de consumir. Tal vez el autoconsumo, el autoempleo, el auto adaptarnos a la realidad leve. El cooperativismo local, el trabajar para nosotros y el exportar el resto.
Autoconsumo de olivas como nos dice Montoro y el que no tenga gallinas que le autoabastecen que fabrique coches para exportar.
Todo lo superfluo, fuera. Se acabó la cultura y la educación, la sanidad para quien gasta mucho, la justicia gratis y la piscina con pádel. Ahora habrá que cuidar más lo que ya hay pues se acabó el mantenimiento. Si acaso un poco de asfalto y alguna baldosa en las aceras, pero poco más. No es sarcasmo, es triste realidad del sistema.
El empresario tendrá que trabajar entre los restos que la haya dejado el banco tras embargarle, el que tenga piso pagado que no avale con él la vivienda de sus nietos que se la quitarán. Es mejor acogerlos a todos, decenas de nietos e hijos entre abuelos que reparten las mala pensión.
Es el mundo de los abuelos jóvenes, de los que hoy cobran pensión y no tienen que aguantar a los nietos. De ellos será el Reino de los Cielos.